La dermatitis de contacto constituye una de las causas más frecuentes de consulta al dermatólogo. Con una prevalencia relativamente alta, esta afección de la piel puede ser de muy difícil resolución si no se identifican las sustancias causantes de la misma.

En este artículo hablaré de los dos tipos de dermatitis de contacto más frecuentes: la dermatitis de contacto alérgica y la dermatitis de contacto irritativa.

Explicaré cuáles son los síntomas más comunes en cada una de ellas y las causas que suelen desencadenarlas, así como el tratamiento y las medidas preventivas más eficaces.

Sobra decir que cualquier tipo de dermatitis debe ser diagnosticada por un especialista. Este post sólo pretende ser didáctico para todo el que esté interesado en conocer más a fondo el mundo de la piel.

Dermatitis de contacto

¿Qué es la dermatitis de contacto?

Es una reacción inflamatoria de la piel como respuesta al contacto con determinadas sustancias, las cuales pueden actuar como irritantes o como alérgenos. Dependiendo de cuál sea este agente causal, estaremos ante una dermatitis de contacto irritativa o alérgica respectivamente.

¿Cuál es la sintomatología más característica?

Generalmente cursa con picor, hinchazón, sensación de ardor, enrojecimiento, sequedad, dolor, formación de ampollas o presencia de escamas.

En función del tipo de dermatitis, predominarán más unos síntomas que otros. Así, la irritativa cursará principalmente con dolor y la alérgica con prurito intenso.

¿Cómo se diagnostica?

Para determinar el origen de la dermatitis de contacto, es fundamental conocer la historia clínica del paciente. Esta debe ser lo más completa posible, con el fin de conocer todas las sustancias con las que puede estar en contacto el paciente durante el día, tanto dentro como fuera del entorno laboral.

La exploración médica que realizará el especialista será otra de las partes claves para el diagnóstico. Examinar la localización y el patrón evolutivo de la erupción aportará información muy valiosa.

En cuanto a la dermatitis de contacto de tipo alérgico, la prueba del parche puede ser concluyente. Se trata de someter al paciente al contacto con determinadas sustancias que habitualmente están involucradas en su desarrollo.

¿Cuál es el tratamiento?

La principal medida será evitar el contacto con la sustancia que la desencadena. Esto puede ser realmente complicado, por lo que en ocasiones será necesario emplear medidas de protección que impidan el contacto directo con la piel.

También serán de utilidad los corticoides tópicos y las cremas hidratantes y reparadoras que aporten alivio a la piel.

Tipos de dermatitis de contacto

Ahora veremos en más profundidad los dos tipos de dermatitis de los que os vengo hablando:

Dermatitis de contacto alérgica (DCA)

Se trata de una reacción de hipersensibilidad en la que está involucrado el sistema inmunológico, el cual genera una respuesta inflamatoria ante el contacto de un determinado alérgeno con la piel.

Como consecuencia, en la zona del contacto se originan lesiones que pueden ser de carácter agudo o crónico.

Generalmente los alérgenos requieren exposiciones repetidas para causar una sensibilización en la piel. Es decir, puede que necesitemos un tiempo de contacto prolongado (incluso años) para desarrollar esa sensibilidad.

Una vez que ya estamos sensibilizados a la sustancia en cuestión, la siguiente exposición desencadenará la dermatitis.

Un ejemplo de dermatitis alérgica es la provocada por el níquel, el cual se encuentra en multitud de objetos como bisutería, hebillas, botones… En este caso, la zona corporal afectada (lóbulos de las orejas, cuello, muñeca, vientre…) suele ser una pista que ayuda al diagnóstico.

Otras de las causas más frecuentes de este tipo de dermatitis se resumen en la siguiente tabla:

Causas de la dermatitis de contacto alérgica

Dermatitis de contacto irritativa (DCI)

Es la más común, constituyendo el 80% de los casos.

A diferencia de la anterior, no está implicado el sistema inmunológico. Aquí la reacción inflamatoria es consecuencia del daño que sufre la barrera cutánea al entrar en contacto con la sustancia irritante.

En función de la duración de ese contacto, hablaremos de DCI aguda o DCI crónica:

  • Aguda: se debe a un contacto corto pero con una sustancia muy irritante. En estos casos es frecuente la aparición de eritema, edema, escamas y/o pústulas.
  • Crónica: se origina como consecuencia de una exposición prolongada o repetida a sustancias generalmente poco irritantes, como jabones, detergentes, líquidos corporales, agua…

Algunas de las sustancias irritantes más típicas se resumen en la siguiente tabla:

Causas de la dermatitis de contacto irritativa

Aunque las sustancias anteriores tienen, por sí solas, capacidad de irritar la piel, es importante mencionar que existen otros factores de riesgo.

Uno de los más importantes es la humedad. El hecho de que la piel permanezca húmeda durante largos periodos de tiempo (por exigencias laborales, por el uso de guantes oclusivos, por lavados frecuentes…), va a aumentar las probabilidades de desarrollar una dermatitis.

Por otra parte, el estado en que se encuentra la piel también será decisivo. Así, una piel deteriorada o agredida tendrá una función barrera debilitada, y el estrato córneo no podrá llevar a cabo sus funciones de defensa de manera correcta. En otras palabras, las sustancias irritantes podrán penetrar más fácilmente a través de la piel.

¿Cómo diferenciar la dermatitis de contacto alérgica de la dermatitis de contacto irritativa?

En la siguiente tabla puedes ver algunas de las diferencias más significativas entre ambos tipos de dermatitis:

Diferencias entre dermatitis de contacto alérgica e irritativa

Una vez más quiero recalcar la importancia de acudir a un dermatólogo en caso de sospecha de dermatitis. Tratarla desde los estadios iniciales evitará lesiones mayores en la piel y ayudará a que la barrera cutánea se repare con mayor rapidez.

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Bibliografía

Jeanne Duus Johansen, Jean-Pierre Lepoittevin, Jacob P. Thyssen. 2016. Quick Guide to Contact Dermatitis.

William L. Weston, Alfred T. Lane, Joseph G. Morelli. 2008. Dermatología pediátrica. Texto y atlas en color, 4ª edición. (51-54)