Contenidos
Seguramente muchos estéis terminando ya vuestras vacaciones, pero habrá otros que todavía no las hayáis disfrutado.
Aún queda un mes de sol y de playa, y aunque no fuera así no importa. Hoy en día, a cambio de pasar 8 horas en un avión, puedes aparecer en cualquier sitio paradisíaco y gozar de un verano en pleno Noviembre, por ejemplo.
Otros como yo, quizás viváis en un verano eterno en el que el sol brilla casi todo el año.
De una forma o de otra, el riesgo de sufrir quemaduras solares ya no se restringe sólo a la época estival, y no está de más recordar algunos aspectos para proteger nuestra piel durante todo el año.
¿Qué es una quemadura solar?
Una quemadura solar es el daño producido sobre la piel consecuencia de una exposición prolongada al sol y sin la protección adecuada.
Normalmente cursa con los siguientes síntomas:
- Eritema y enrojecimiento
- Dolor, sensación de quemazón
- Ampollas (en ocasiones)
- Descamación
El grado de sensibilidad para sufrir una quemadura solar depende mucho del fototipo cutáneo de cada persona.
El fototipo cutáneo es el grado de adaptación a la exposición solar que tenemos cada uno de nosotros.
Visualmente, hablamos de pieles claras, que presentan un riesgo elevado a las quemaduras solares (fototipo I) y las pieles más oscuras o de raza negra, que no se suelen quemar (fototipo VI).

¿Qué tipo de radiación es la causante de la quemadura solar?
La radiación ultravioleta procedente del sol se clasifica en:
- UVC: gracias a la capa de ozono no llega a la superficie de la Tierra y no tiene efecto sobre nuestra piel.
- UVB: Alcanza la superficie de la epidermis y es la responsable del bronceado, pero también de las quemaduras solares.
- UVA: Es capaz de penetrar en capas más profundas de la piel, pudiendo causar daños en el colágeno y elastina. Produce un bronceado menos rápido pero más duradero. Este tipo de radiación es la responsable del fotoenvejecimiento y del cáncer de piel.
¿Cuál es la gravedad de una quemadura solar?
La piel cumple una importante función protectora frente a agentes externos, además de regular nuestra temperatura corporal.
Por eso, una destrucción de una parte importante de la piel resulta incompatible con la vida.
En función de la gravedad, las quemaduras se clasifican en grados:
Quemadura de primer grado
El daño epitelial que produce es mínimo.
Los síntomas que conlleva son hinchazón, sensación de calor, enrojecimiento y descamación, y suelen desaparecer a los cuatro o cinco días. No dejan cicatriz pero sí pueden causar riesgo de hiperpigmentación en la piel (manchas).
Las quemaduras provocadas por el sol pertenecen a este grupo.
Quemadura de segundo grado
Afectan a la dermis, la capa situada debajo de la epiedermis.
Los síntomas que provoca son la formación de ampollas y vesículas, edema en los tejidos superficiales, hinchazón, dolor intenso, pérdida de anexos de la piel (glándulas sebáceas, sudoríparas, pelos…) y una cicatrización lenta.
Quemadura de tercer grado
La gravedad varía en función de la extensión de piel afectada, pero en principio su pronóstico es grave (más de dos tercios de superficie afectada compromete la vida).
Afecta no sólo al tejido adiposo, sino también a nervios, músculos e incluso huesos.
Provoca dolor intenso y pérdida de sensibilidad, formación de úlceras y deja secuelas y cicatrices visibles.
Las quemaduras solares, aunque la mayoría son de primer grado, son muy perjudiciales para la salud de la piel. Causan un envejecimiento prematuro de la misma y aumentan la probabilidad de sufrir melanomas y carcinomas cutáneos.
Cómo prevenir una quemadura solar
La mejor prevención es la no exposición al sol. Pero siendo realistas, a todos nos gusta disfrutar de la playa, de la piscina o de un paseo a las orillas del mar. La clave está en hacerlo de una forma responsable.
Siempre debemos usar fotoprotector solar, pero sobre todo en verano. Hoy en día su eficacia está más que demostrada, y depende de:
- La cantidad aplicada. Por cada centímetro cuadrado de piel debemos utilizar 2 mg de fotoprotector, lo que para el cuerpo entero supone unos 35 gramos.
Ahora te pregunto: ¿tu crema solar dura un mes, o incluso más? Si es así, estás muy lejos de protegerte de la manera adecuada. Sólo para la cara, deberías aplicar dos dedos de producto.
- La frecuencia. No sólo basta con emplear la cantidad adecuada de fotoprotector, sino que se debe de reaplicar cada dos horas aproximadamente. En caso de sudoración excesiva o baños largos, prestar especial atención a este punto.
Otras medidas adicionales que podemos llevar a cabo para prevenir las quemaduras solares y los peligros de una exposición prolongada son las siguientes:
- Evitar la exposición en las horas centrales del día: 12h-16h
- Utilizar protección física: gafas, sombrero, camiseta.
- Protegerse con una sombrilla.
- Hidratarse bebiendo abundante agua, sobre todo en días de excesivo calor.
- Precaución en niños y ancianos, pues son más sensibles a sufrir quemaduras y golpes de calor. Nunca exponer al sol a bebés.
Recuerda
Hoy en día, sufrir una quemadura a causa del sol demuestra un descuido total por nuestra parte. Una exposición solar irresponsable puede acarrear muchos problemas que son fácilmente evitables mediante el uso de medidas preventivas adecuadas.
No busques broncearte en dos días, lo único que vas a conseguir es un envejecimiento prematuro de la piel (manchas, aparición de arrugas y flacidez aparecerán mucho antes), y esto en el mejor de los casos.
Disfruta del verano cuidando tu piel y sin comprometer la salud de la misma.
Bibliografía
https://www.elsevier.es/es-revista-offarm-4-articulo-fototipos-cutaneos-conceptos-generales-13074483
https://www.elsevier.es/es-revista-offarm-4-articulo-las-quemaduras-su-tratamiento-13053120